29 de septiembre de 2000. Zaragoza
Tras tomar cervezas con amigos en varios bares de Zaragoza, el autor del crimen se encontró en la calle con una persona sin hogar, que dormía en la rampa de acceso al garaje. El joven comenzó a dar patadas en la cabeza al anciano con las botas reforzadas en la puntera que calzaba. Uno de los golpes le fracturó el tabique nasal y le ocasionó una hemorragia que le produjo la muerte por asfixia al tragarse su propia sangre.