20 de enero de 1996. Madrid
David, su novia y un amigo paseaban sobre las 00:30 de la noche por el barrio madrileño de Moncloa cuando dos chicos que orinaban en la acera de enfrente cruzaron la calle, les abordaron y les gritaron: «Viva Franco, arriba España», y les golpearon con un puño americano. David y sus amigos siguieron entonces a uno de sus agresores y al llegar a los soportales de la calle de Isaac Peral lo acorralaron y pegaron.
Entonces aparecieron los otros seis ultras y una chica. Armados con dos navajas, le dieron un pinchazo en un glúteo a David, quien huyó, seguido por tres ultras, hacia el paseo de Moret mientras sus amigos corrían en otra dirección.
Los tres ultras cortaron el paso a David y uno de ellos le rodeó los hombros con el brazo izquierdo y con la mano derecha le dio la mortal puñalada en el corazón, que, según la policía, muestra la «pericia» del agresor.
Los amigos de David se toparon con los tres ultras y les tiraron piedras, momento en el que se produjo otro enfrentamiento durante el que uno de ellos le infirió una puñalada en el tórax a José Antonio, y otro, con una perilla tipo «diablillo», se dio a la fuga asustado. La policía considera que el hecho de que la novia se interpusiera para defenderle hizo que los skins no le remataran.
Mientras, el ultra herido en los soportales de Isaac Peral, con una brecha grande en la frente, acompañado por una chica y otros dos jóvenes de la banda, se marcharon del lugar, rechazando la ayuda de un taxista que se ofreció a llevarles a un hospital.
La zona donde se produjo la agresión es un lugar de encuentro de miles de jóvenes, y en ella se habían producido ya una docena de agresiones de rapados en los últimos seis meses.
La Policía centró sus investigaciones en el grupo neonazi Nueva Guardia, relacionado con el Frente Atlético y que acabaría convirtiéndose en Bastión. Ante la falta de avances y la poca colaboración ciudadana, el padre de David ofreció una elevada recompensa económica a quien facilitase algún dato de interés a los investigadores. Pronto, la iniciativa dio frutos. Seis meses después del crimen, un joven confesaba a la Policía que la noche de autos se encontraba en un local de copas de Moncloa, La Factoría, frecuentado por grupos ultras. En un momento dado, un joven entró gritando que en la calle se estaba produciendo una pelea. Varios ultras salieron del local y regresaron diez minutos más tarde jactándose de haber dado una paliza a un joven.