13 de noviembre de 1992. Madrid
Cuatro encapuchados vestidos con ropa negra penetraron en la antigua discoteca abandonada Four Roses, ocupada por un grupo de inmigrantes dominicanos, y dispararon tres tiros contra las personas que se encontraban en el interior cenando. Lucrecia Pérez, que llevaba tan solo un mes en España, fue alcanzada por dos de los disparos, muriendo en el acto. El tercer disparo alcanzó a Augusto César Vargas, que resultó herido de gravedad. El autor de los disparos fue el guardia civil L.M.P., de 25 años, que prestaba servicio en la 111 Comandancia en Madrid. Sus acompañantes eran menores de edad, todos de 16 años. El relato judicial parte de las reuniones que solían celebrar en la madrileña plaza de los Cubos «grupos de jóvenes vinculados por ideas y sentimientos racistas, simpatizantes o integrantes de movimientos políticos como Bases Autónomas o futbolísticos como los Ultras Sur«. Califica el caso como «asesinato» por su alevosía, por la forma de ejecución, repentina e intempestiva, por sorpresa y por la indefensión absoluta de los inmigrantes. El juez declara el hecho como “acción de comando” por un reparto de papeles previamente asignado. La intención fue asustar a los inmigrantes, “había negros y decidieron ir a por ellos”. Los cuatro procesados admitieron los hechos y su intervención en los mismos y fueron condenados.